Cuando un ictus daña el cerebro, las secuelas motoras pueden ser devastadoras, pero el cerebro tiene un as bajo la manga: su capacidad de reorganizarse. Este fenómeno, conocido como plasticidad cerebral, es clave para entender cómo algunos pacientes logran recuperar funciones, mientras que otros enfrentan mayores limitaciones.
En un reciente estudio realizado por el grupo Robotics and Artificial Intelligence de la Universidad Miguel Hernández de Elche, hemos explorado los mecanismos de compensación cortical en pacientes crónicos con ictus, usando electroencefalografía (EEG) para analizar las oscilaciones cerebrales durante movimientos pasivos y activos. Los resultados revelaron diferencias fascinantes en la manera en que el cerebro intenta adaptarse según la gravedad del déficit motor. Este trabajo destaca el potencial del EEG para personalizar la rehabilitación y mejorar la recuperación funcional.
Contralesional: el hemisferio que entra al rescate
En pacientes con déficits motores moderados, observamos que el hemisferio contralesional (el opuesto al lado afectado) se activa más de lo esperado durante movimientos, tanto voluntarios como pasivos. Esta activación sugiere que el cerebro no solo intenta compensar, sino que involucra regiones no dañadas para suplir las funciones perdidas.
Sin embargo, para aquellos con déficits severos, la historia es diferente. Durante movimientos pasivos, esta activación contralesional desaparece por completo, y durante movimientos activos, es mucho más débil. Esto podría explicar por qué los pacientes más afectados tienen mayores dificultades para recuperar el control motor: el cerebro pierde su capacidad de compensar de manera efectiva.
¿Y el hemisferio ipsilesional?
Curiosamente, el hemisferio ipsilesional (el mismo lado que sufrió el daño) mostró una ausencia de activación en ambos grupos. Esto subraya la magnitud del daño en los circuitos motores originales y resalta la necesidad de intervenciones específicas que reactiven estas áreas.
¿Cómo medimos esto?
Utilizamos un exoesqueleto robótico para generar movimientos pasivos y tareas voluntarias para movimientos activos, mientras registrábamos la actividad cerebral con EEG. Analizamos cambios en las oscilaciones de las bandas alfa y beta, indicadores clave de actividad cortical relacionada con el movimiento.
¿Por qué importa este estudio?
Nuestros hallazgos tienen implicaciones directas para la rehabilitación de pacientes con ictus. Al entender cómo el cerebro compensa, podemos desarrollar terapias personalizadas que aprovechen estos mecanismos. Además, el EEG y las tecnologías robóticas podrían convertirse en herramientas esenciales para monitorizar el progreso y diseñar interfaces cerebro-máquina que optimicen la recuperación.
El futuro: personalizar la neurorehabilitación
Este estudio refuerza la idea de que la recuperación no es uniforme. La gravedad del déficit motor dicta cómo el cerebro intenta adaptarse, y estas diferencias deben ser tenidas en cuenta en las estrategias de rehabilitación.
Si te interesa cómo el EEG, los exoesqueletos y la plasticidad cerebral están cambiando el panorama de la rehabilitación tras un ictus, ¡déjanos tus preguntas o comentarios! Sigamos explorando juntos cómo desentrañar los misterios del cerebro. 🧠✨
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