¿Sabías que eres el escultor de tu propio cerebro?

¿Sabías que eres el escultor de tu propio cerebro?

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Tu cerebro está cambiando constantemente, adaptándose a lo que haces cada día. Esta capacidad, conocida como plasticidad cerebral, es lo que nos permite aprender nuevas habilidades, adaptarnos a cambios y, en última instancia, convertirnos en quienes somos. Santiago Ramón y Cajal lo expresó de forma inmejorable: somos «escultores de nuestro propio cerebro». Y si Cajal viviera hoy, seguramente se habría fascinado al descubrir que incluso algo tan cotidiano como usar un teléfono móvil puede transformar nuestro cerebro.

Hoy repasamos un estudio «reciente», pero muy ilustrativo, realizado por Gindrat et al. (2015), que mostró cómo el uso de teléfonos con pantalla táctil remodela la actividad cerebral relacionada con los dedos, especialmente el pulgar. Pero atención: esta no es una historia sobre cómo los teléfonos «nos cambian». Es una historia sobre cómo el cerebro responde a lo que le pedimos que haga.


El teléfono: Un laboratorio portátil para la plasticidad cerebral

El experimento de Gindrat et al. analizó cómo el uso diario de teléfonos táctiles afecta la actividad cerebral de nuestras manos. Para ello, reclutaron a 37 voluntarios diestros, divididos en dos grupos: 26 usuarios de teléfonos táctiles y 11 usuarios de teléfonos antiguos, esos sin pantalla táctil que ahora parecen reliquias del pasado.

Los investigadores aplicaron pequeños estímulos mecánicos (¡apenas 2 milisegundos!) en las puntas del pulgar, el índice y el dedo medio de la mano derecha de cada participante. En total, más de 1,200 estímulos por dedo, mientras registraban las respuestas cerebrales con electroencefalografía (EEG). Imagina una red de 62 electrodos distribuidos sobre el cuero cabelludo, capturando cada chispa de actividad en el cerebro.

¿El resultado? Los usuarios de teléfonos táctiles mostraron una actividad cerebral mucho mayor en respuesta a los estímulos, especialmente en el pulgar, el dedo estrella de las interacciones con pantallas. Pero lo más fascinante es que esta actividad no era fija. El cerebro de los usuarios de teléfonos táctiles se adapta dinámicamente. La actividad cortical del pulgar aumentaba o disminuía según cuánto y cuán recientemente habían usado su dispositivo.

Por ejemplo:

  • Más uso reciente del teléfono → mayor actividad cerebral en el pulgar.
  • Menos uso reciente → menor actividad.

Este hallazgo demuestra que el cerebro no solo refleja patrones a largo plazo, sino que también responde a las demandas del día a día, reconfigurándose como un escultor incansable. En términos simples: tu cerebro trabaja para ti, ajustándose a lo que necesitas, incluso en algo tan sencillo como deslizar tu dedo por una pantalla.


Ejemplos clásicos: El cerebro en acción

Por supuesto, esta no es la primera vez que la ciencia demuestra la plasticidad del cerebro. Aquí te presento tres estudios clásicos que nos enseñan cómo nuestro cerebro se adapta a las habilidades que practicamos:

1. Los violinistas y su mano izquierda

En 1995, Elbert et al. usaron magnetoencefalografía (MEG) para observar el cerebro de violinistas profesionales. Se centraron en la representación cortical de los dedos de la mano izquierda, que realizan los movimientos rápidos y precisos necesarios para tocar las cuerdas. Compararon estos datos con los de un grupo de control de no músicos y encontraron algo extraordinario: la representación de los dedos de la mano izquierda era significativamente mayor en los violinistas.

Pero aquí está lo interesante: esta expansión no ocurre porque el violín cambie el cerebro. Es el cerebro quien, ante la práctica constante, decide reorganizarse para optimizar las habilidades motoras que más utilizamos. Y cuanto más jóvenes comienzan los violinistas, más pronunciado es este cambio.


2. Lectores de Braille: El arte del tacto

En 1993, Pascual-Leone y Torres estudiaron a lectores de Braille ciegos. Usando potenciales evocados somatosensoriales (SEP), midieron la actividad cerebral en respuesta al tacto en los dedos usados para leer. Descubrieron que los dedos más utilizados, especialmente el índice, tenían una representación mucho mayor en la corteza somatosensorial que los dedos menos activos.

Este cambio no ocurre de inmediato. Es el resultado de años de práctica repetitiva e intensa. Además, aquellos que aprendieron Braille desde una edad más temprana mostraron una reorganización cortical aún más marcada, subrayando cómo el cerebro recompensa la experiencia acumulada.


3. Monos y tareas táctiles específicas

En 1990, Jenkins et al. entrenaron a monos adultos para realizar tareas táctiles repetitivas con sus dedos. Usaron registros intracorticales para mapear la actividad de la corteza somatosensorial antes y después del entrenamiento. Tras semanas de práctica, encontraron que las áreas corticales dedicadas a los dedos entrenados se habían expandido significativamente.

¿La lección? La plasticidad no es exclusiva de los humanos. Es una característica universal del cerebro, que se adapta dinámicamente a las demandas funcionales, incluso en la adultez. El cerebro, al igual que nosotros, aprende haciendo.


La moraleja: Eres el arquitecto de tu mente

Ya sea tocando el violín, leyendo Braille, entrenando monos (o entrenándote a ti mismo) o simplemente deslizando el dedo por una pantalla, tu cerebro siempre está trabajando para adaptarse a tus hábitos y necesidades. Y si algo tan simple como usar un teléfono puede transformar tu corteza cerebral, imagina lo que podrías lograr si entrenaras tu mente de forma deliberada.

Cajal tenía razón: eres el escultor de tu propio cerebro. La pregunta no es si el cerebro puede cambiar. La verdadera pregunta es: ¿qué estás haciendo hoy para moldearlo?


Para saber más…

Elbert, T., Pantev, C., Wienbruch, C., Rockstroh, B., & Taub, E. (1995). Increased cortical representation of the fingers of the left hand in string players. Science, 270(5234), 305–307. https://doi.org/10.1126/science.270.5234.305

Pascual-Leone, A., & Torres, F. (1993). Plasticity of the sensorimotor cortex representation of the reading finger in Braille readers. Brain, 116(1), 39–52. https://doi.org/10.1093/brain/116.1.39

Jenkins, W. M., Merzenich, M. M., Ochs, M. T., Allard, T., & Guíc-Robles, E. (1990). Functional reorganization of primary somatosensory cortex in adult owl monkeys after behaviorally controlled tactile stimulation. Journal of Neurophysiology, 63(1), 82–104. https://doi.org/10.1152/jn.1990.63.1.82

Gindrat, A.-D., Chytiris, M., Balerna, M., Rouiller, E. M., & Ghosh, A. (2015). Use-dependent cortical processing from fingertips in touchscreen phone users. Current Biology, 25(1), 109–116. https://doi.org/10.1016/j.cub.2014.11.026


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